viernes, 13 de diciembre de 2013

LA CLÍNICA DE LAS MUJERES: UN MODELO DE ATENCION INTEGRAL EN SALUD, CON ENFOQUE DE GÉNERO

 
Ruta de la Salud Medellín , 28 de mayo de 2012

La salud es un componente esencial de la vida de las personas y un derecho inalienable. Se va edificando como parte de un proceso de construcción social, en el que interactúan múltiples factores de manera dialéctica, en tiempos y espacios particulares, que la van definiendo y determinando en un continuo.
Enfermar y sanar es un entramado de relaciones personales y sociales, en un contexto político y cultural. Por lo tanto, todas  debemos  estar involucradas desde nuestras  experiencias y todas nuestras  realidades deben estar representadas en el proceso de  salud y  de enfermedad.  Por su parte, debemos enfatizar en las diferencias que se derivan del ser hombre y ser mujer para comprender y abordar la salud de ambos sexos, teniendo en cuenta elementos de género. Las mujeres en su diversidad, tenemos necesidades e intereses particulares, así como también, problemas de salud propios de nuestra condición de ser mujeres. Necesitamos políticas públicas y acciones concretas que hagan la diferencia y promuevan respuestas integrales, efectivas y oportunas. Enfermar es más que un hecho biológico y sanar más que un hecho médico.

Es imperativo implementar un modelo  basado en los principios de la atención integral, con enfoque de género,  de respeto a los derechos de la salud y las decisiones informadas de las mujeres, de su participación real en los procesos de toma de decisiones y de planificación de los servicios de salud. 

El reto que asumimos hace cinco años, al proponer cambios profundos al modelo de atención en salud vigente,  con la creación de la Clínica de las Mujeres, tiene un significado histórico de gran valor, para atender la salud de las mujeres de Medellín y avanzar en el desarrollo de políticas públicas, con equidad de género.

El desarrollo de esta propuesta tuvo como punto de partida el cambio de enfoque en el abordaje de la salud de las mujeres, al  romper con el paradigma hegemónico tradicional de atención de la salud,  el cual se caracteriza por tener un enfoque biológico y médico. Bajo este paradigma, las mujeres  nos convertimos  en un órgano o enfermedad por atender. Se sobrevalora el acto médico y se establece una relación vertical, en la que asumimos una actitud pasiva, como receptoras de información, muchas veces incomprensible, de la cual no podemos ni tenemos  oportunidad de apropiarnos. Las instituciones de salud se apoyan en la cultura patriarcal: la institucionalidad se constituye en un espacio donde se reproducen, legitiman y se mantienen relaciones sociales marcadas por el poder, la desigualdad y la inequidad entre los hombres y las mujeres.
En la propuesta que presentamos, abordamos en forma prioritaria situaciones de salud, derivadas de estas diferencias y desigualdades, para las que ya existe evidencia sobre la necesidad de actuar con enfoque de género como son: la salud sexual y reproductiva, las diferentes formas de violencias y la salud mental, que son problemas de salud pública que afectan no solo a las mujeres, sino todo su mundo de relaciones sociales, económicas, políticas y culturales, y por tanto inciden directamente en el estado y las condiciones de desarrollo de la sociedad en su conjunto, razón por la cual necesitamos políticas públicas y acciones concretas que atiendan de manera inmediata estas problemáticas.   
Esta visión considera nuevos elementos de naturaleza filosófica, ética, política, social, cultural y operativa que afectan y condicionan las necesidades de salud de ciudadanas y ciudadanos. Se trata de la readecuación del modelo de atención a las personas y en ella la participación es un elemento fundamental, ya que significa, como lo plantea Saúl Franco: "Recuperar para la sociedad y para los ciudadanos [y ciudadanas] la iniciativa y el protagonismo en el conocimiento y la acción en salud, no es una modificación epidérmica sino sustancial. Apunta no sólo a mejorar el nivel, sino a modificar el contenido mismo de la salud de la sociedad y sus distintos grupos, descodificar el lenguaje científico y traducirlo a los códigos de la vida cotidiana, desalambrar el cerco de la información y trabajar en la línea del cambio discutido, no es crear receptores o usuarios para los servicios de salud, sino recolectar la vida y la salud en sus escenarios y manos de sus protagonistas originales y reales".
Con esta propuesta se desarrollan acciones afirmativas a favor de la salud de las mujeres, con la clara conciencia de que se está produciendo un efecto concatenado sobre el bienestar y la salud de las familias y las comunidades.

Nos proponemos generar cambios profundos en el abordaje de los problemas y necesidades de salud de las mujeres. Cambios que solo serán posibles  si entre las instancias que tienen la responsabilidad frente a la protección de la salud, en este caso de las mujeres, redefinen las relaciones de poder.

En Colombia, la salud no ha sido objeto de políticas públicas integrales con enfoque de género, es decir, los problemas de salud no son abordados teniendo en cuenta  las diferencias y desigualdades existentes en las relaciones entre mujeres y hombres y sus roles respectivos, así como, la forma en que estas repercuten en los condicionantes sociales y culturales de la salud y la enfermedad, que influyen directamente en la manera de enfermar y de relacionarse con los servicios de salud las mujeres y  los hombres.
El desbalance en poder y en oportunidades incide significativamente en la calidad de vida de las mujeres. Históricamente la salud de las mujeres, se ha definido de acuerdo con las interpretaciones de la familia y de la comunidad, basadas en la cultura y en la tradición, así como, por la profesión médica sesgada durante mucho tiempo por una visión exclusivamente masculina del cuerpo, la sexualidad, la salud y la enfermedad. El hecho de que las mujeres, asuman como propias las concepciones de salud y bienestar que la sociedad  define como adecuadas para ellas, tiene serias consecuencias. De hecho, miles de mujeres, especialmente de sectores rurales y pobres se consideran "sanas" mientras puedan desempeñar los roles que se les han asignado.
Durante años se dio por supuesto que las diferencias entre la salud de hombres y  mujeres se basaban en las diferencias biológicas entre los sexos, y en consecuencia la atención a la salud femenina se centró en los aspectos relacionados con el embarazo y el parto. Hoy se evidencia que las necesidades de salud de las mujeres no están exclusivamente ligadas a  la maternidad, adoptan formas diferentes durante su ciclo vital, en las distintas regiones y en los diferentes contextos.
Muchos factores sociales y culturales tienen un impacto particular en la salud de las mujeres.  Entre ellos:
·         La pobreza que afecta desproporcionadamente a las mujeres en el mundo. En nuestro país las mujeres constituyen el mayor número de población desempleada, sub-remunerada, en trabajo informal y con la responsabilidad única de familias pobres. 
  
·         La situación de subordinación que todavía experimentan miles de mujeres en relación con sus esposos o compañeros, y que influye negativamente en el control de su propia vida, en su capacidad de evitar el maltrato y la violencia y de tomar decisiones autónomas en relación con la sexualidad, la procreación y la protección frente al contagio de ETS (Enfermedades de Transmisión Sexual) incluido el VIH/SIDA y el cuidado general de su salud.

·         El limitado acceso a la atención sanitaria o la deficitaria calidad de esta, y a servicios de salud reproductiva incluida la planificación familiar, en especial en las áreas rurales, en los sectores más pobres y en la población adolescente.

Como consecuencia de lo anterior a través de todo el ciclo vital femenino, se pueden identificar serios efectos para la salud de las mujeres como:
·         Embarazos en la adolescencia 
·         Gestaciones repetidas con escaso intervalo entre una y otra
 ·         Embarazos no deseados
·         Abortos inseguros con sus complicaciones subsecuentes
·         Limitado control prenatal, sobre todo en las áreas rurales
·         Morbilidad y  mortalidad materna
·         Infecciones del aparato reproductivo no diagnosticadas ni tratadas
·         Infecciones de transmisión sexual y aumento del VIH/SIDA
·         Retrasos en el diagnostico y tratamiento del cáncer uterino y de mama
·    Limitado acceso a métodos anticonceptivos modernos y seguros, en especial en las áreas rurales.
 ·        Responsabilidad fundamentalmente femenina en la anticoncepción e incluso oposición masculina a ésta.
 ·         Las diferentes formas de violencia asociadas a la condición de género.
·    El desplazamiento forzado del que son víctimas por parte de diversos actores del conflicto armado.
·    La presencia de trastornos psicoemocionales a causa de la viudez, la orfandad, y la pérdida de su entorno, sus lazos afectivos y sus redes de apoyo. 

Son muchos los compromisos que se han suscrito en las últimas décadas, plasmados en pactos, conferencias, convenciones internacionales; además en normas, leyes y jurisprudencia nacional, en particular, con la firma de la Declaración del Milenio en el año 2000, 188 países, entre ellos Colombia,[1] se comprometieron con los Objetivos del Milenio que contienen una apuesta concreta hacia la igualdad y la equidad entre los géneros[2], que incluye:

·         La lucha contra las distintas formas de discriminación y violencia de género garantizando el avance de las mujeres en el mundo.
 ·         El acceso equitativo a recursos y oportunidades.
 ·         La participación de las mujeres en la política y en el mundo laboral.
 ·         La lucha contra las relaciones desiguales de poder que existen entre mujeres y hombres que no van sólo en detrimento del desarrollo de las mujeres, sino de la sociedad en general.

Los objetivos del Milenio han propuesto como algunas de sus metas el acceso universal a la salud reproductiva, la reducción de la  mortalidad materna y la reducción de la propagación del VIH/SIDA.
Sin embargo, pese a la existencia de un marco jurídico-normativo favorable a la salud y los derechos sexuales y reproductivos (DSR), aún persiste una significativa brecha entre lo formal y lo real, que se expresa  en la falta de una política pública consistente, coherente e integral en educación sexual y reproductiva que contribuya al cumplimiento de estas metas.

En este sentido, en Colombia  existe una profunda dispersión frente a los compromisos del Estado en materia de Derechos Sexuales y Reproductivos, en los cuales las políticas gubernamentales no son coherentes, ni cohesionadas con respecto a las responsabilidades de cada una de las instituciones encargadas de proteger estos derechos. La influencia de diversos actores y visiones religiosas, impiden avanzar en políticas integrales en salud y derechos sexuales y reproductivos, acordes con los compromisos asumidos. 

Desde hace dos décadas, con la promulgación de la Ley 100, el sistema de salud en Colombia enfrenta una grave crisis que la  Corte Constitucional declaró mediante sentencia T–760/08: no existe una política integral de prevención, la red pública hospitalaria es cada vez más precaria, la intermediación privada (EPS) sigue siendo la principal beneficiada, y la atención se limita en tanto solo las personas con capacidad de pago pueden acceder a los planes complementarios.

Si bien la Corte Constitucional se ha pronunciado favorablemente, en torno a la salud sexual y reproductiva de las mujeres en varias oportunidades, las decisiones de la Corte se obstaculizan por las barreras que generan las instituciones públicas y privadas, en especial, las encargadas de prestar el servicio de atención en salud.

La Procuraduría General de la Nación no ha cumplido  las órdenes impartidas por la Corte Constitucional, ya que ha censurado campañas masivas de promoción de los derechos sexuales y reproductivos; ha ocultado o desvirtuado intencionalmente la información relacionada con la salud, incluida la educación sexual y la información al respecto; ha tergiversado el contenido de las sentencias proferidas por la propia Corte Constitucional relacionadas con derechos sexuales y reproductivos, en especial en relación con el aborto.

La Procuradora Delegada para la Defensa de los Derechos de la Infancia, la Adolescencia y la Familia, ha solicitado expresamente a la Superintendencia Nacional de Salud la revocatoria de circulares sobre interrupción voluntaria del embarazo dirigidas a prestadores de servicios de salud, entidades administradoras de planes de beneficios y entidades territoriales.

En el informe alternativo, Una mirada a los derechos de las mujeres en Colombia, realizado por un grupo importante de organizaciones de mujeres y mixtas, para ser presentado al comité de la CEDAW en el mes de octubre de 2013,[3] se puede ver, según  datos del Observatorio Nacional de la Gestión en VIH/Sida, que  entre 1988 y 2010 la proporción de mujeres infectadas frente a la de hombres ha aumentado en casi 5 veces. Mientras que en 1988 fue de 13 hombres por una mujer, en 1998 fue de 4 hombres por una mujer, y en 2012 se estimó que por 2 hombres existía una mujer infectada, aunque hay regiones del país en las que por cada hombre hay una mujer infectada. Así, en la actualidad, casi el 50% de las personas que viven con VIH/Sida en nuestro país son mujeres.

Mientras que en las últimas dos décadas, en los países desarrollados la mortalidad por cáncer de seno y de cérvix se ha logrado disminuir gracias a un diagnóstico temprano y al subsecuente manejo precoz, en Medellín por el contrario, se ha documentado una tendencia al aumento en la mortalidad por cáncer de mama: su tasa en 1999 era de 13,2 por cien mil mujeres, en 2009 subió a 15,5 (Medellín como vamos, 2010), en 2010 fue de 16, 9 (SSM, 2011) y en 2011 de 16,8 (SSM, 2012), ó sea que en solo 12 años  dicha tasa se incremento en 3.6 por cada 100.000 mujeres, en una ciudad donde el 53% de la población es femenina.
Si bien, las mujeres pobres tienen menor riesgo de cáncer de mama, presentan una mortalidad más elevada que las mujeres con un nivel socioeconómico más alto, lo cual puede explicarse por las inequidades en el aseguramiento, en el acceso a los servicios de salud y los retrasos en la atención.
El cáncer de cuello uterino por su parte, constituyó la tercera causa de mortalidad en las mujeres de 15 a 44 años de la ciudad de Medellín en el año 2011 (SSM, 2012).
En ocasiones los síntomas de las enfermedades cardiovasculares en las mujeres, son confundidos por el personal de salud con trastornos de ansiedad, lo que lleva a que el diagnostico sea tardío y la mortalidad por esta causa sea más temprana en mujeres que en hombres.
Esperamos que este proyecto Clínica de las Mujeres,  llamado hoy Centro de Atención Ambulatoria para la Mujer y la Familia, sea una realidad para las mujeres de Medellín en esta administración, que efectivamente sea una herramienta para la construcción e implementación de un modelo de atención integral en salud para las mujeres, con enfoque de género, único en el país, además de contribuir a generar espacios de participación, investigación y difusión de las diferentes problemáticas que aquejan a las mujeres y que demandan una atención inmediata.
Si la existencia de derechos deriva de nuestra condición ciudadana, no debemos conformarnos solo con el reconocimiento formal de estos,  debemos exigirlos en nuestra cotidianidad y estar atentas a su cumplimiento, a ello apunta este ejercicio de control ciudadano.

Medellín, septiembre 30 de 2013


[1] Colombia se comprometió con  cumplir las Metas del Milenio mediante el documento Conpes Social 91 de 2005, “Metas y Estrategias de Colombia para el logro De los objetivos de desarrollo del milenio - 2015”. Consejo Nacional de Política Económica y Social.  República de Colombia. Departamento Nacional de Planeación. Versión Aprobada.  Bogotá, D.C., 14 de Marzo de 2005
[2] Los 8 Objetivos de Desarrollo del Milenio son: 1. Erradicar la pobreza extrema y el hambre. 2. Lograr la enseñanza primaria universal. 3. Promover la igualdad entre los géneros y la autonomía de la mujer. 4, Reducir la mortalidad infantil. 5-Mejorar la salud materna.
6-Combatir el VIH/Sida, el paludismo y otras enfermedades. 7- Garantizar la sostenibilidad
del medio ambiente. 8-Fomentar una asociación mundial para el desarrollo
[3] http://tbinternet.ohchr.org/Treaties/CEDAW/Shared%20Documents/COL/INT_CEDAW_NGO_COL_15141_S.pdf

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